En Praga, cuarenta y ocho semáforos estándar fueron intervenidos artísticamente por imágenes que representan al pictograma que representa al ser humano utilizado comunmente realizando actividades atípicas, como orinar, defecar, beber, y hasta ahorcarse.

El autor de acción se llama Roman Týc y las consecuencias de su trabajo fue una multa y 30 días de prisión. El proyecto semáforo, que parece sólo ser conocido como Semafory, llamó la atención de los transeúntes promedio, así como de las autoridades. Mientras que para el público en general fue entretenido y aceptado por su caracter gracioso, para el gobierno fue acto de vandalismo imperdonable. Lo interesante es que no se imposibilitó la función que debían cumplir los artefactos.

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Lo vimos en MYMODERMET.