Como es sabido el color es uno de los elementos que más se utiliza para comunicar. Próximos a una contienda electoral, reposteamos un artículo publicado en CLARIN sobre los colores que utilizarán los candidatos en la próxima campaña.
Estalló la “guerra de los colores” en el marketing de la campaña. Por Sebastián Campanario
Los publicistas eligen tonalidades que proyectan atributos deseados en sus candidatos.
Así como no hay comida de color azul, tampoco se verán campañas políticas en tono violeta: es el tono que más tarda en generar emociones en el votante. El rojo despierta pasiones al instante, y por eso los radicales no dudan en usarlo en su comunicación, pero es un color sobredemandado y por lo tanto poco diferenciador . Y el amarillo del macrismo es ideal para promover la concentración y el estudio, aunque por alguna razón que los neurocientíficos tratan de averiguar, es el color que provoca más llanto espontáneo en bebés . Por suerte para Mauricio Macri, Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta, sus intentos de seducción política se concentran en mayores de 18 años.
“Ningún color detrás de los candidatos es casual, y los seres humanos somos más sugestionables por la vía de las tonalidad de lo que suponemos”, comenta Ana Von Rebeur, autora del best seller “La ciencia de los colores” (Si
glo XXl). Tres expertos en comunicación política dijeron a Clarín que hace mucho no veían una campaña con tanto énfasis en los valores cromáticos como la actual .
Detrás de cada elección hay una explicación compleja. A Francisco de Narvaez le crearon un
tono propio a partir del magenta, que remite a la obviedad de su apodo (“el colorado”), pero también justificado en que es “el color de las pasiones, de la entrega, de fuerza, de la agresividad. positivo, excitante y con gran poder de atracción”, según sus asesores en marketing. El equipo que lidera Ramiro Agulla cree que inclusive puede hacer sentir cómodos a votantes radicales sin un referente fuerte en Provincia. Su debilidad, tanto en entre marcas privadas y políticas, es que todos lo quieren, y por lo tanto cuesta lograr diferenciación. Todos los candidatos radicales lo eligen como tono insignia, y también los partidos de izquierda.
La “confianza” es el atributo que poryecta el azul, favorito de las marcas del sector financiero y de la comunicación de Cristina Fernández de Kirchner. Los especialiastas en “cromoterapia” aseguran que purifica el hígado y
el intestino; y no por nada el celeste o la gama de los azules en pastel son los preferidos para pintar los cuartos de los chicos y llevar tranquilidad. Su contra: es el color conservador por excelencia, y el elegido por la policía en el 90% de los países del mundo.
Días atrás, cuando Daniel Scioli ordenó pintar todas las gradas del Estadio Unico de La Plata de naranja, el tono de su campaña, fue en contra de los intereses de los vendedores ambulantes: si bien el naranja es un color que transmite vitalidad adolescente y resulta facilmente identificable, también reduce el apetito (un consejo habitual para las dietas es elegir vajilla de este color).
Pino Solanas y sus candidatos harían bien en enfocarse en el elctorado neurótico e insomne: e
l verde por el cual se inclinaron sus asesores en imagen transmite tranquilidad y normaliza el sueño. Lo mismo pasa con el amarillo del PRO, el color que en su momento implementó el publicista Ernesto Savaglio en la comunicación macrista: se supone que “serena y tranquiliza” (a los adultos). Savaglio ya no trabaja con el ex presidente de Boca, pero el color que hace llorar a los niños sigue presente en los avisos del Gobierno de la Ciudad.
Colores primarios
El segundo factor que se tiene en cuenta en la comunicación es el de la diferenciación, por lo cual aquellos candidatos que corren de atrás en las encuestas toman riesgos con colores menos tradicionales y más audaces.
En su momento, el amarillo del macrismo fue muy criticado, y luego se lo consideró uno de los grandes aciertos de la campaña que llevó al empresario a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.