Reposteamos el artículo escrito por Alejandro Benitez y publicado en FOROALFA sobre una cuestión de debate en el campo disciplinar: el diseño de autor y el diseño para comunicar.
¿Diseñar comunicación o comunicar diseño?
Dos actitudes muy diferentes que dependen de la intencionalidad del mensaje: protagonismo del diseñador o diseño al servicio de la comunicación.
Nada en el diseño de una silla nos dice sobre las herramientas con las que fue construida. Estas, en función de los resultados, son intangibles en el objeto, son nobles, humildes. Podemos asegurar, conociendo estilos, vanguardias, escuelas y materiales, que Michael Thonet nunca hubiera diseñado la silla número 7 de Arne Jacobsen (1958). Como tampoco este último, hubiera diseñado la silla número 14, de Thonet (1859). Pero de las herramientas con las que fueron creadas ambas, nada podríamos decir. En la falta de necesidad de protagonismo radica la humildad de las herramientas.
Pero si hablamos de instrumento, sinónimo de herramienta, pero en su acepción musical, la idea sería otra. Estos son tangibles en la pieza final, y se podría hablar tanto de los músicos, del género musical como de los instrumentos empleados. En tal sentido podríamos decir que a la versión de «Jingle Bells» de Count Basie (1961), le sobraría la guitarra de la versión de Brian Setzer (1997), así como la versión de Setzer no sería la misma con las trompetas de la orquesta de Basie. Aquí, más allá de la diferencia en los géneros musicales (jazz y blues), se vuelve fundamental y diferenciadora la vanidad de los instrumentos.
Pensando en el resultado final de cada proceso, herramienta e instrumento son sinónimos que cumplen una función de conceptos antagónicos. Las herramientas son el nexo entre el diseñador y el objeto tangible, y los instrumentos los son entre el músico y la pieza musical, pero ambos cumplen su rol de formas disímiles. Las herramientas desaparecen en tanto se termine la construcción del objeto. Y los instrumentos son elementales en la composición y justificarán, con presencia perpetua, la pieza musical terminada.
En estos procesos de creación, los roles de cada elemento son necesarios e inevitables. La razón de ser de cada uno vuelve humildes a las herramientas y vanidosos a los instrumentos. Pero en un proceso donde el diseño y la comunicación son los extremos, ¿cómo debiera cumplir su función de nexo el diseñador? Puedo pretender que un formón modele la trabazón de una silla, pero no que sea un accesorio de ésta. O pretender de un violín la interpretación de una partitura, no que la escriba o componga. ¿Pero qué podemos pretender de un diseñador, si el objeto de creación es un mensaje? ¿Pretenderíamos que lo construya o lo conduzca?
El fin perseguido por el Diseñador plantea la diferencia, en la intención de diseñar comunicación o comunicar diseño. Cuando se busca diseñar comunicación se pretende proyectar un mensaje. Aquí el diseño se vuelve proyecto y el diseñador una herramienta de éste. Porque aquí, el diseño se reconoce como una de las vías para acercar un mensaje y el diseñador un constructor de esta vía. Pero comunicar diseño implica revertir las cosas. Aquí el diseño antepone su protagonismo y la comunicación se vuelve casi una excusa para la vanidad del diseñador. Porque el mensaje dependerá de las características protagónicas del diseño y el diseñador dejará de ser sólo un constructor para convertirse también en canal del mensaje, con pretensiones de emisor.
Solo pretendo exponer dos caminos posibles a tomar. No estoy en contra del diseño de autor. Bienvenido sea éste. Simplemente hago hicapié en que hay que tener conciencia de la decisión en función de las necesidades y prioridades de un mensaje.