Nuestra vida cotidiana está plagada de marcas. Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos, hacemos uso de innumerables productos y servicios (en algunos casos necesarios y en su gran mayoría no tanto). La pregunta que nos podríamos hacer es cuántos de éstos corportamientos estás influídos por las marcas. No consumimos productos, consumimos marcas. Reposteamos una publicación de MARCAREGISTRADA sobre la influencia de las marcas en la vida diaria.
Las marcas son parte de nuestra vida. Nos importe o no. Dormimos sobre un colchón marca “A”; abrimos los ojos y apagamos el despertador de la marca “B”; nos lavamos los dientes con el cepillo de la marca “C”, sobre un lavabo marca “D”. Mientras tomamos un café marca “E” con unas galletitas marca “F”, leemos el diario marca “G” o espiamos las noticias del canal marca “H”. Y así el resto de nuestros días. Vivimos marcados.
Impulsados por las lógicas necesidades cotidianas y por el correspondiente bombardeo publicitario, las adoptamos como propias y naturalizamos su presencia en nuestras rutinas, mientras ellas invierten miles de millones para conquistar nuestras preferencias. No es extraño, entonces, que en esa pelea incesante por ser parte natural de la vida de la gente, la publicidad ocupe cada vez más espacios para seducir a los consumidores.
Si no, veamos la activación no tradicional que la agencia belga Duval Guillaume desarrolló para la cerveza Carlsberg, con un cine repleto de rudos motociclistas como escenario:
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Una interesante puesta en escena para asociar la marca a un momento de celebración y a un imaginario de rudeza y valentía, con el objetivo de involucrar al consumidor en una experiencia que difícilmente pueda olvidar.
Esta flamante campaña me hizo acordar rápidamente a una reciente acción que la oficina española de McCann Erickson implementó en un cine de Madrid para promocionar Coca-Cola Zero.
Bautizada “El cambiazo”, la campaña refleja un original modo de comunicar el principal atributo de Coca-Cola Zero: es dietética pero su sabor no dista de la gaseosa original.
[youtube b4CHHDOg80g]
Parecería que el cine se presenta como un lugar (y una situación) interesante para seducir al público. Como alguna vez escribió el semiólogo francés Christian Metz, en el cine la gente se encuentra en “estado de submotricidad y superpercepción”. O dicho más coloquialmente: lista para ser arrollada por los deseos más básicos de cualquier tipo de marca.