Los eventos deportivos de gran magnitud como los juegos olímpicos son espacios ideales donde la comunicación se hace presente. La imagen de identidad visual de Londres 2012 ha generado una fuerte crítica en gran parte de la comunidad disciplinar. En relación a esta temática reposteamos un artículo escrito por Mario Balcázar y publicado recientemente en FOROALFA en el que el autor realiza un interesante análisis sobre la influencias de las tendencias a la hora de diseñar la identidad visual de este tipo de eventos.
La evolución gráfica de las olimpiadas y mundiales
Crear la identidad para Juegos Olímpicos imprime la fotografía en un momento histórico, pero difícilmente logra escapar de las tendencias globales. ¿Londres lo logró?
Los juegos olímpicos del 68 fueron el punto de partida para que el diseño gráfico se mostrara como una profesión seria en México. El logotipo consiste en tres líneas que se pasean paralelamente, formando a través de curvas la palabra México 68, mientras se entrelazan con los aros olímpicos. Éstos se imprimen sobre cuanta aplicación lo exige, pensando en el establecimiento de un lenguaje universal. No solamente dejan memoria de un evento de quince días, sino que marcan una tendencia de diseño no solo en el país, sino a nivel mundial. Esa misma imagen sirvió de base para el Mundial de México 70 y algunas aplicaciones locales como la identidad del Metro del Distrito Federal mexicano, siguiendo los mismos principios de curvaturas y espacios. Destaco el hecho que la identidad gráfica fue desarrollada por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y una de las primeras generaciones de diseño de la Universidad Iberoamericana.
Con el paso de los años y el establecimiento de una estrategia mercadológica cada vez más desarrollada, la identidad de un evento global como los juegos olímpicos o el mundial de futbol han servido de base para encapsular momentos, como si se tratara de fotografías. Si nos paseamos hoy por las calles de Londres, veremos no solamente tiendas turísticas vendiendo cuanto souvenir puede ser mercadeado con la imagen de los juegos, sino que la gráfica olímpica está presente en todos los anuncios de patrocinadores, en los envases de refresco, restaurantes, fundas para teléfonos celulares e impresos al por mayor.
Cuando se presentó el logo de los juegos de Londres 2012 causó un gran revuelo. Tan solo cuando el tema se debatió en FOROALFA generó más de 450 opiniones en todos los sentidos y profundidades. Se podrán decir muchas cosas de ese logo, pero nunca que ha pasado desapercibido. Y es que de vez de cuando hay un momento de ruptura que va marcando una tandencia global que pretende tropicalizarse.
Veamos algunos casos:
México 68
La gráfica de las olimpíadas en México es quizá el primer caso que transmite la riqueza local. Aunque anteriormente cada sede tenía su identidad, no se manejaba de una forma tan comercial. Los filetes tuvieron una influencia sobre los siguientes eventos: Los mundiales de México 70, Argentina 78, los juegos olímpicos de Montreal 76 y Moscú 80. En este periodo Alemania organizó el mundial de 1974 y los juegos de Munich en 76 con diseños fuera de este grupo. Aunque con un poco de influencia, sus diseños se vuelven más independientes acercándose más a escuelas de diseño geométricas como el Bauhaus o fuentes como Futura.
España 82 y Los Angeles 84
El Mundial de España 82 y un par de años después los juegos olímpicos de Los Angeles, inician una nueva serie de símbolos que pretenden crear imágenes no tan literales a través de grosores y superposiciones. En España, la sensación de movimiento se integra por primera vez a este tipo de símbolos. En el caso de Los Angeles 84, tres estrellas simulan un efecto de movimiento mediante la variación de grosores. Esta tendencia influenció a los signos gráficos de los mundiales de México 86 e Italia 90 y al de los juegos olímpicos de Seul.
Barcelona 92
Barcelona rescata la abstracción de elementos olímpicos y los combina con pincelazos que expresan la tradición artística de la pintura de Miró. Un gimnasta mantiene la tendencia ya implícita de movimiento —un elemento dominante ya en todos los símbolos de la actualidad— y que prácticamente copiaría la ciudad de Sidney representando a un relevista con el fuego olímpico utilizando la figura del búmeran. Este estilo de trazos desenfadados, más casuales, con la combinación de abstracciones que representan objetos y situaciones locales, es la tendencia que predomina hasta el día de hoy. Lo vemos en el tan desafortunado logo de Atlanta 96, Sidney 2000, Atenas 2004, Beijing 2008 y continúa en los signos de eventos futuros como Brasil 2016. Incluso también se impregnan en los juegos olímpicos como Vancouver 2010 o Sochi 2014.
El caso de los mundiales de futbol es diferente, parecen evolucionar paralelamente, manteniendo la escencia del balón, en un principio para dar lugar a tendencias impuestas por FIFA que van de lo simple a lo complejo, de un símbolo unitario hacia la imposición de elementos obligatorios: primero la copa FIFA como símbolo del mundial compartido entre Japón y Corea, que después se agrega en el de Alemania y finalmente en Sudafrica, donde la complejidad simbólica obedece un orden entre el envolvente azul, la Copa FIFA y un diferenciador ya muy reducido en el contenedor.
¿Londres 2012?
La imagen de Londres 2102 llegó como una sacudida en junio de 2007. Nadie esperaba algo tan abstracto y fuera de todo orden histórico. ¿Adelantado a su época? ¿Fuera de lugar? Lo cierto es que hasta ahora nadie ha seguido esta tendencia de diseño.
No solamente es polémico, sino que su concepción parte de una propuesta diferente a la de todos los demás, al momento de plantearse un brief inicial: no representa la historia de un país o hace un llamado a su pasado, se presenta más bien como lo que se quiere ser. Así podríamos calificarlo, un logo ambicioso y revolucionario al mismo tiempo que polémico y fuera de orden. Guste o no, sale de lo convencional y está pensando en un mundo cambiante y dinámico, donde ya no se trata solamente de imprimir movimiento, sino dar libertad de aplicación a diferentes configuraciones, no ser estático y monográfico, sino flexible y abierto. Por ejemplo, aunque tiene sus colores corporativos: magenta y amarillo —que no tienen nada que ver con el azul, blanco y rojo de la bandera de Gran Bretaña—, tiene la posibilidad de cambiar de tonalidades, además de que se pueden jugar con los símbolos, abstracciones de los números (2012) de diferentes formas.
La pregunta queda abierta. ¿La identidad de Londres llegó para quedarse? ¿Marca una nueva tendencia para el diseño de símbolos para grandes eventos deportivos?
Publicado el 30/07/2012